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Miércoles 2 de marzo

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Ecos:

Un día más compartido, y otras tantas palabras, sentimientos, vivencias, sueños, inquietudes, dudas… compartidas.

Seguimos ampliándonos en Espíritu y comunión, y en ansías de beber, y hoy se unieron en este viaje: María y Tino (Misioneros de la Esperanza), María José, Rafael Santamaría, Marisa Tomé, Puri, Myriam (Málaga).

“No será así entre vosotros, antes bien, quien quiera entre vosotros ser grande que se haga vuestro servidor, y quien quiera ser el primero que se haga esclavo de todos. Pues este Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate de todos” (Mc. 10, 32-45)

¿Y no será que estamos en una empresa de pequeños, últimos, servidores?….

¿Y no será que no dar respuesta a lo que hay en el corazón del Padre, en tú corazón, es lo peor que podemos hacer?

“y cada minuto que pasa es una oportunidad,

y yo sigo esperando a mañana…

dame a beber suspiros de esperanza…

Hoy no viene el Reino de Dios

porque sigo sin dejarme ser lo que en esencia soy…”

Lectura: Jn. 4, 1-29

“Y es Jesús quien decide encontrarse con nosotros, hacerse el encontradizo en tantos encuentros, personas, momentos… Es El quien está a la búsqueda de un encuentro personal con cada uno…”

Y la Palabra nos sigue interpelando, a través de los hermanos, de nuestra historia, de nuestras decisiones, de nuestras vivencias, de nuestros estados, de nuestras ansias, de nuestras esperanzas y desesperanzas:

Cuando escuché la primera sed de Jesús en mi: “Tengo sed”, no brotaron de mí sino excusas: no soy capaz,  no se hablar, no quiero renunciar a mi tierra, a mi familia… Tuve miedo a la gratuidad, a su gratuidad, a recibirla, pero hoy se que no puedo ser sino la acequia para que el agua corra allá donde se necesita.

Y es que Jesús tenía que pasar por allí, por aquí, por mí, porque para El no hay otro camino que el encuentro, de El hacia nosotros, de nosotros a El.

Tenía que pasar porque yo, tú, estaba allí, porque iba a mi, tú, encuentro.

Es la sed la que conduce, más que el conseguir el agua, es el anhelo de encontrarme con El: esta es mi plenitud.

Todo es gratuito, todo es regalado en Jesús, y nuestra carne queda transformada.

“Dame de beber” ¿quién, yo a tí te voy a dar de beber?… y es la sed que Dios tiene de encontrarse con cada uno para la entrega total de QUIEN ES EL..

Es verdad, puedo decir que la medida de Dios no es la nuestra, es difícil de entender ante todas nuestras medidas, para todo, con todos… porque Dios no tiene medidas, es GRATUIDAD sin medidas: nos da libertad plena, para ser lo que queramos ser, capacidad de amar, para amar como podamos y no nos pide nada a cambio, es gratuidad…

Realmente es El quien sale al encuentro, lo constato con mi vida, parecía a veces que todo era obra mía, pero hoy, contemplando mi historia, y mi hoy, se que es El el que se ha puesto en mi vida y me ha hecho salir a buscarle, El me encontró y desde entonces no paro de tener sed de El.

La gratuidad de Dios, realmente impresiona. Se que todo lo que soy es gracia de Dios pero acoger que todo es gratis y que eso es para algo y por algo, me da miedo… me da miedo no hacerme consciente de para qué… no ser el cauce que El espera de mí.

La gratuidad de Dios es como una colleja que nos da, porque claro, como todo lo que somos y vivimos, no  nos lo curramos, pues no lo valoramos, pero hacernos conscientes de que todo lo necesario para vivir llega gratis… y nosotros, aun seguimos mirando más aquello que cuesta y tiene precio, que lo que gratis se nos ha dado.

“Que siempre tuve miedo a las alturas, pero se me olvidó.

Y ahora me veo suspendida en el vacío.

y no es miedo a volar,

no es miedo a la inestabilidad,

es miedo a convertirme en la presa de cualquier cazador.

Susúrrame al oído como era esa canción,

cómo eran los sueños que conté,

cómo era la brisa que recé,

cómo era la VIDA que un día bebí.

Dame de beber suspiros de esperanza,

déjate ver por mi piel,

bájame el sol que mis manos ahora no alcanzan.

Déjate ver por mi piel.

Dame el calor que le falta a la mañana,

quiero volver a sentir hoy la sed,

que hoy la utopía no quiso volver a casa

y yo sin ella no sé amanecer.

que la utopía no quiso volver a casa

y yo bebí otras aguas y me supieron a hiel.

Reponme con la inquietud que aun sigue viva en mi.

Contagiame locura, quiero beber de ti.

Grítame en susurros que aun quedan puertas por abrir.

Mantén mis latidos, márcame el paso, que yo te sigo”

Ser consciente de que las necesidades puntuales son el reflejo de la sed real de plenitud, es algo evidente para mí en los demás, más difícil de contemplarlo en mí, pero hacerme consciente de ello es como humanizarme más a mi misma, pero esa sed puntual es parte de mí.

“Eso que nos mueve por dentro,

esa sed que nos hace volver a la Fuente,

buscar en la noche,

la misma sed que llama a Nicodemo a encontrarse con Jesús:

es la búsqueda de sentido, la búsqueda de la felicidad.

Deseamos encontrarnos con aquel en el reconocemos a una persona que se relaciona de una forma privilegiada con Dios, una persona que nos atrae: Jesús.

Y desvelar en la Palabra,

cómo Jesús se va entendiendo a sí mismo.

Jesús nos muestra quien es, su ser, y para lo que está en la tierra, su misión.

Ser y misión se unen en él, como están llamados a vivirse unidos en toda persona. Entenderse a sí mismo, ir captando para lo que ha sido creado, para lo que está hecho en este mundo, comprenderse en su identidad, precisar con palabras ajustadas lo que acoge de sí mismo…

Esto es lo que Jesús vive ante cada encuentro

y como si fuera un imán, esto es lo que nos atrae a cada uno

a encontrarnos con El: reconocer quienes somos.

Y constatar, que para estar y permanecer unidos al Padre,

en relación con el Padre,

tenemos que vivir como Jesús vivió”

1 comentario a las “Miércoles 2 de marzo”

  1. carlos(niebla) dice:

    ¿Cual es mi sed?, ¿que agua quiero beber?, ¿estoy dispuesto a ser fuente para otros?
    Del cielo a la montaña, donde nace como rio, que muere en el mar, y vuelta a empezar, agua.
    La sed es una sensación que emite el cerebro para avisarnos que necesitamos ingerir líquido. ¿y la sed del alma quien la avisa?.

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